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Kenia. Se pone en marcha un proyecto de educación y apoyo a los niños vulnerables de Kadem

"El próximo objetivo es la instalación de paneles solares para el autoabastecimiento de electricidad y agua", dice Julia Okongo, una de las Monjas de la Inmaculada Concepción de Ivrea que, desde 1976, se ocupan de los niños más vulnerables, huérfanos y en su mayoría infectados por el VIH. El país es Kenia y, más concretamente, "Kadem", en el suroeste de la provincia de Nyanza, que limita con el lago Victoria y Tanzania. Una zona semiárida difícil de cultivar debido a la irregularidad de las lluvias; aquí la pobreza sigue siendo generalizada y es complicado garantizar la redención social y económica a la jovencísima población residente. Las monjas empezaron a trabajar en el sector sanitario, ofreciendo atención primaria, apoyo materno-infantil y atención a los enfermos de tuberculosis. "Pero estaba claro que sin un proyecto educativo y de formación para las familias, no podíamos contribuir a ningún cambio". Y así fue como, con el tiempo, surgió la Escuela "Padre Gibellini", para ofrecer oportunidades educativas y de acompañamiento a los niños más frágiles, huérfanos de padres fallecidos por coinfecciones de lepra, tuberculosis y VIH/SIDA. "Estos padres fueron nuestros pacientes antes de morir. Eran los más vulnerables a la pobreza". "Actualmente atendemos a 300 niños en total necesidad con edades comprendidas entre los 3 y los 12 años; queremos garantizar un entorno saludable en el que puedan crecer con seguridad y ser capaces de construir una base para un futuro más brillante". La discriminación y el coste de los estudios dejan a estos niños fuera del sistema escolar público. El deseo de las monjas es reforzar la autonomía de la estructura para continuar con su misión promoviendo programas educativos y sanitarios. Por este motivo, la monja Julia se dirigió a Harambee y, gracias a la campaña de recaudación de fondos promovida, fue posible poner en marcha una iniciativa concreta destinada a garantizar una mayor sostenibilidad: crear una actividad comercial, criando aves de corral y vendiendo productos avícolas; los ingresos serán suficientes para sufragar los gastos de la Escuela. Además, la actividad permite el empleo de varias personas (antiguos alumnos) que podrán mejorar su propio bienestar y el de sus familias. No es nada nuevo que con pequeños pasos es posible generar grandes transformaciones y el proyecto de las Hermanas de Ivrea es un ejemplo evidente. Lo mejor es que todo el mundo puede contribuir con muy poco. Haga clic aquí, ¡done ahora!